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Cultura / El Hilorio |
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En la provincia de Murcia
este caso sucedió con una honrada joven en defensa de su amor. Un mocito de aquel pueblo de amores la pretendió al ver que se hallaba en cinta el traidor la abandonó. Y para mayor desprecio al momento se casó con otra joven del pueblo llamada Resurrección. Pero Isabel al saberlo juró vengar su honor y al poco de estar casado el crimen ejecutó. La metieron prisionera y ante el juez declaró que ella solo le mataba porque la quitó su honor. La metieron en la cárcel y de allí al poco tiempo dio a luz un pobre niño más hermoso que un lucero. De los brazos de su madre al niño la arrebataron lo llevaron a la inclusa y al punto lo bautizaron. Como nació en la cárcel en oscura soledad Joaquín le ponen de nombre y de apellido Penal. Llorando la pobre madre llena de pena y dolor por aquel hijo querido fruto de su corazón. Llegó el día del juicio y acudió ante el fiscal para escuchar la sentencia de la infeliz criminal. La piden pena de muerte pero por intercesión de algunos magistrados la concedieron perdón. A treinta años de presidio redujeron la sentencia y a la infeliz Isabel la destinaron a Ceuta. Se levanta de la silla llorando le pide al fiscal que la enseñen a su hijo que le quería besar. Por complacer sus deseos al niño fue a buscar mientras que la pobre madre no cesaba de llorar. Cogió al niño entre sus brazos y lo besó con cariño y llorando amargamente estas palabras le dijo: Hijo de mi corazón que cruel es nuestra suerte tu morirás en la inclusa y yo en la cárcel la muerte. En esta perdida vida no nos veremos jamás pero en el cielo un día tu madre te abrazará. Isabel pasó a presidio para cumplir su condena y con lágrimas de sangre regaba su triste celda. Años y años pasaron llenos de dolor y pena sin tener nunca un consuelo sólo tormento y tristeza. Al cumplir veintiséis años llegó el día del placer recobró la libertad la infeliz Isabel. Sin tener de nadie amparo para su pueblo marchó y como a nadie tenía a pedir se dedicó. Entre los buenos cristianos una limosna por Dios hallando en todos amparo caridad y protección. Había un señor en el pueblo que con frecuencia le daba limosna todos los días de una manera cristiana. Quién será ese hombre decía la pobre anciana que tanto favor me hace sin conocer mi desgracia. Un día se puso a leer un letrero de la casa que decía Joaquín Penal notario de la comarca. Al leer Joaquín Penal quedó triste y apenada ¿acaso será mi hijo? se dijo la pobre anciana. Y llorando amargamente le preguntaba a la criada: ¿dígame buena señora el señor cómo se llama?. Joaquín Penal contestó al momento la criada porque nació en la cárcel según la gente declara Al oír esto la pobre sin aliento se quedó ese es mi hijo señora llorando la contestó. Estando en estas palabras Don Joaquín se presentó y al saber que era su madre al suelo se desmayó. Lleno de gozo y alegría hijo y madre se abrazaron después de tan larga ausencia al fin los dos se encontraron. Madre de mi corazón cuánto sufriste por mí no llores madre querida madre de mi corazón después de tan largos años de martirio y de dolor. Un banquete celebraron en la casa de su hijo dónde viven felizmente llenos de amor y cariño. |
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